jueves, 2 de octubre de 2008

Marcha La Lapébie 2008

Nuestro amigo talaverano y -como diría Mayra Gómez Kemp- residente en Guadalajara Javi Serrano, nos envía una crónica de su participación en la vigésima edición de la marcha La Lapébie, que se celebró en Bagneres-de-Luchon el pasado domingo 7 de septiembre. Como véis el chavalín no ha perdido la forma veraniega... ¿quién dijo que la temporada se acaba después de la QH?


Todo por ser un poco cotilla y ojear lo que uno no debe… o sí. El caso es que cayó en mis manos una revista con marchas de Francia y vi una que me sonaba: La Lapebie. Hace años que sabía de su existencia, pero había caído en el olvido, pero claro, fue ojear ese suplemento y ver que pillaba en una fecha, mala por que las fuerzas están justitas (por lo menos para mí), en la que no había eventos a la vista.

El caso, es que hasta Luchon nos fuimos Alfredo y yo, pues Soto se cayó de la convocatoria a última hora por culpa de una inoportuna lesión de espalda. Queda un poco lejos de Guadalajara para lo que estamos acostumbrados, pero la ilusión por algo diferente, nos hace ir a pesar de las previsiones del tiempo, que daba lluvia, aunque una que yo manejaba anunciaba buen tiempo a partir del domingo. Y acertó, pues el sábado que lo dedicamos al viaje, no dio tregua hasta llegar a Luchon, donde nos dejó montar la tienda.

Nos acercamos al pueblo y acertadamente decidimos apuntarnos en función de cómo amaneciera el domingo. A la hora de la cena, cayó la del pulpo, pero cuando amaneció despejado. Eso fue a las 6 de la mañana, pues la marcha es madrugadora: a las 8 de la mañana. Tras coger los dorsales, pido una talla M de maillot, y no se que me entendió la paisana, que cuando me lo puse el martes, no conozco cicloturista al que le pueda quedar bien, pues es enorme.

Nos presentamos en la salida poco más de 200 valientes (hay otros dos recorridos más cortos) y tras un paseo por los alrededores de Luchon un poco absurdo, empezamos el primer puerto de la jornada: el Port de Balès. Se inicia subiendo por el Peyresurde, para desviarnos hacia Bourg d'Oueil. Ahí intento coger ritmo, pues compruebo que no voy súper, y me descuelgo del grupo delantero, donde por supuesto va Alfredo (¡que clase tiene!). Hace fresquito y los primeros kilómetros están salpicados de rampas al 10%. Tras un breve descenso hacia Bourg d'Ouiel hacemos grupeta, unos 10 y seguimos con buen ritmo hacia Balès. A veces me permito el lujo de marcar el ritmo y cuando vemos Sommet 1 km, nos disgregamos un poco. Tras coronar, como todavía es temprano y hace fresquito, me abrocho el chaleco, manguitos hacía arriba y yo hacia abajo, por una carretera en buen estado, aunque estrecha y algo peligrosa, pues está todavía mojada de la lluvia nocturna.


Tras una bajada larga y sin sobresaltos, dejamos atrás Mauleon y damos otro pequeño rodeo que se hizo interminable hasta iniciar el Port des Ares. Este puerto es relativamente tendido, en torno al 5-6%, pero muy constante, lo que hizo que cogiéramos un ritmo muy majo de 19-20kms/h constante hasta la cima, donde tras coger una coca cola al vuelo, iniciamos un corto descenso que empalma con una tachuela, el Col de Munet, subido igualmente a tren por el grupo.

Tras una ligera bajada llega ahora un terreno rompepiernas hasta que iniciamos Mentè. Vimos un grupo numeroso por delante con dorsales en rojo (nuestra marcha) y tras cogerlos cometí un error: me vi tan bien que pensando que ya estábamos en Menté me cebé en un ritmo bastante fuerte que disgregó el grupo y me destrozó a mí. Cuando vi que realmente no había empezado me abandonaron un poco las fuerzas y tuve que tirar un poco de piloto automático y llegar hasta arriba como pueda pero sin reventar. Aún así me dio tiempo a disfrutar un poco del puerto, que me sorprendió, aparte de lo duro, por su paisaje y entorno. En la cima avituallamiento y adiós al grupo en el que iba, ya que no paró ni Blas. Yo necesitaba agua y por eso paré. Aproveché para comer un par de bollos y rapiñar unas cuantas gominotas.

La bajada, de las que me gustan: revirada y sobre todo con asfalto excelente. Así que con un poco de tiento a disfrutar sobre la bici. Una vez en St. Beat y hasta la frontera con España y llegar al Bossot, comienzo del Portillón, me lio a pasar gente de las otras marchas y coger a tres de la mía (uno de ellos magullado de una caída en el Mentè). Inicio el Portillón con mucha alegría, pensando que como ya lo conocía (en coche claro) no me daría problemas, pero al pasar por el mirador y llegar esa rampa al 10-12% se me enciende el piloto de la reserva. A ver como llego. Menos mal que es corto y el final se hacer, porque a 1 km de la cima me dan amagos de calambre. Regulo y corono y a bajar por la vertiente francesa que es muy dura, como lo demuestra la bici, que se embala a las primeras de cambio. Bajada vertiginosa y con sumo cuidado hasta que llegando a St Mammet se estropea un poco el asfalto. Vamos seis o siete de la marcha y con la honrilla en juego, nos ponemos a tirar como locos, cuando de repente, me dan unos calambrazos y tirones en la pierna derecha que me dejan KO a apenas dos kilómetros de la meta. Menos mal, porque solo tengo que aflojar y ya está misión cumplida. Otra en el zurrón, y de las que te satisfacen porque es dura de narices la marchita. Puesto 41 y Alfredo el 6, como no podía ser de otra forma.

Por la tarde y para soltar piernas, nos fuimos a ver a los pros en el final de Pla de Beret. Subían a mil, y con plato, claro.

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