Crónica de Emilio Cebrián
Domingo 05-10-2008. Cuando salimos a la calle, nos miramos y decimos "que frío": estábamos a 12 grados.
Cuando llegamos al semáforo de la Avenida Meridiana con la calle Aragón, se unió a nosotros Antonio Nuño. Los tres fuimos a la estación de tren. Allí ya estaba Joaquín Mallenco y los cuatro bajamos a comprar los billetes. Cuando bajamos al andén... ¡madre mía qué cantidad de fiesteros que había! Y todos nos miraban como diciendo a dónde van esos...
Pero nosotros fuimos poco a poco al medio del andén, ese era el punto de reunión, ya que nuestro compañero Rubén Carro venía con el tren desde la Estación de Sants y quedamos en que estaría en el vagón del medio del convoy.
Mientras estábamos esperando, llegó otro grupito de compañeros: José Luis Sanjuanes, Rubén Santervas, su novia Raquel y un amigo de ambos. Estábamos todos esperando el tren y, a pocos minutos de que llegara, se nos presenta otro compañero más, Francisco Zorrilla. Con éste si que no contábamos, ¡vaya sorpresa!
Por fin viene el tren. Eran las 6:36 y encima puntual. Y allí estaba nuestro compañero Rubén situado en el vagón del medio y el tren paró exactamente donde estábamos nosotros, así que ¡arriba!
El tren se pone en marcha. Cuando el tren iba a parar en una estación se anunciaba en los carteles luminosos del vagón e iba alternando paradas con la hora y temperatura y, conforme nos íbamos acercando a Mollet, veíamos como iban bajando los grados. Por fin llegamos a Mollet, quince minutos más tarde, y ya estábamos a 9 grados, ¡madre mía qué frío!
Ahora a buscar donde empezaba la marcha. Fue fácil, lo encontramos rápido. Aún estaban montando las pancartas y, sin perder tiempo, pasamos a recoger los dorsales. Rubén los repartió y los colocamos en las bicis. Como hacía frío y nos estábamos quedando pajaritos, preguntamos a un señor de la organización si por allí había algún bar para tomar un cafecito y nos dijo que a esas horas no había nada abierto, vaya mala pata. Se ve que nos escucho otro señor y nos comentó que allí mismo, dentro del pabellón de hockey, el bar estaba abierto, así que fuimos y ole y ole, a por el cafecito. Qué bien nos sentó. Al menos nos recuperamos un poco. Cuando estábamos en la calle y, a falta de pocos minutos de empezar la marcha, llegan nuestros compañeros Xavier Vilanova y Pepe Castaño.
A las 8:15 más o menos, empezó la marcha con algo más de 220 participantes, no sin antes guardar un minuto de silencio por el fallecimiento de dos compañeros ciclistas del Club Ciclista Plana Lladó, organizador de la marcha. Una vez rendido honores a dichos compañeros, arrancó la marcha.
Iba por delante el coche con los altavoces a toda caña dando por c... a todos los vecinos JAJAJAJAJA, y por cierto ¡qué frío! La marcha estaba muy bien controlada, tanto por la organización como por las diferentes policías locales y los Mossos.
Cuando pasamos por la población de La Llagosta, nos encontramos allí con otro socio más, Jesús Nuño, acompañado del señor Gracia y su hijo Javi. Los tres se unieron a la marcha por libre.
Seguimos la ruta y llegamos a la población de Sant Llorenç Savall. Allí estaba situado el avituallamiento sólido, consistente en un bocata de jamón serrano, un plátano y una botella de agua. A mí me faltaba la butifarra, jajajaja.
Una vez almorzado todo el mundo, se reanudó la marcha y en la población de Sant Feliu de Codines se hizo un reagrupamiento de todos los participantes, para así controlar la bajada hacia Caldes de Montbuí y, una vez llegados allí, bandera verde para subir el mítico Farell.
El ascenso se cobró las primeras víctimas, Antonio Nuño y Joaquín Mallenco, quienes a los 3 ó 4 kilómetros de subida tuvieron que darse la vuelta. La pobre Esther subió por sus ovarios, pero llegó arriba indispuesta, desencajada, por el susto que le dio una conductora imprudente en una curva a la falta de un kilómetro para la meta.
Yo llegué arriba con problemas mecánicos. Las marchas más largas no me entraban así que tuve que subirlo con el 21 y 23. Llegué con las piernas muy cargadas, pero subí. Francisco Zorrilla también subió, poco a poco y esperando a Esther, MUCHISIMAS GRACIAS por acompañarla. Y del resto para qué hablar, solo decir que son unos CRACKS.
Una vez que arriba llegaron los 201 de los 220 participantes se hizo el descenso. Yo me quede con Esther ya que la pobre no bajaba nada bien, estaba muy tensa, agarrotada, y todo por ese susto que se llevó. Una vez abajo, en el cruce de Caldes, estaban todos esperándonos. Gracias a la Organización.
Se puso de nuevo todo en marcha y, llegando a Palau, se hizo la goma y nos quedamos cortados cinco ciclistas y un coche de la organización se quedó con nosotros. El coche nos cubría y nos adelantaba para indicarnos el camino: de nuevo gracias a la Organización. Cuando estábamos cerca de la población de La Llagosta nos estaban esperando en la cuneta Francisco Zorrilla y Joaquín Mallenco y se unieron a nuestro grupito de cinco.
Una vez llegados a la meta de Mollet, relax. Recogimos el regalo que nos daba la organización, una lata de coca-cola junto con una bolsa que contenía una mochila bandolera, un buff Inverse, un cinturón, un cordón para llevar el móvil colgado, un llavero de un elefante y dos caramelos. Y luego fuimos al catering en el que se ofrecieron patatas fritas, jamón, queso, piscolabis varios...
Y por fin vino la entrega de trofeos y el CC Provençalenc obtuvo uno por haberse inscrito más de cinco ciclistas y Esther subió a recogerlo. Por cierto, el trofeo es muy bonito.
Una vez acabados todos los actos, nos fuimos para casa. Unos decidieron volver en bici y otros como vinimos, en el tren.
También he de decir que hizo un día precioso, frío y con aire, pero todo fue de mil maravillas y no hubo ningún incidente, como caída o pinchazo. Todo un éxito.
En fin, hasta aquí nuestra pequeña aventura en la marcha cicloturista de Mollet.
Todas las fotos de la jornada en el Picasa del CCP.
1 comentario:
Esteu tots molt macuuuus... :-))
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