lunes, 14 de abril de 2008

Marxa Segarra i Solsonès 2008

Crónica de Carles Duran

Bueno, ya ha empezado oficialmente la temporada 2008 en cuanto a marchas de carretera se refiere. En este caso, y cómo hace un año, he empezado con la Segarra-Solsonès y sus 163 kms. rompepiernas pero que van bien como termómetro para saber el estado de forma. Respecto al año pasado en que hice 6:00:00, este año he hecho 5:37:00, o sea, 23 minutos menos y a una media de 29 kms/h (el 129 de 324).

Esta marcha habría que llamarla la Cervélo-Solsonès, porque si no conté 20 bicis Cervélo no conté ni una. Eso sí, Cervélos (RS, R3, Soloist...) con ruedas de carbono, Pinarello a mogollón, etc.

Bien, entramos al trapo que la cosa fue distraída y empezó mal. Para empezar madrugón a las 5:15, aunque a las 4:15 ya estaba dando vueltas por la cama, así que dormí sólo 4 horas. Una hora de viaje y llegué sobre las 7:10 a Cervera para ir sobrado de tiempo. Y hablando de tiempo, 1ºC de temperatura.

Al llegar, como había cola en la entrega de dorsales, fui al baño a quitar peso y sorpresa: ¡no había papel! Menos mal que llevaba un paquete de kleenex en el bolsillo por si acaso. Luego media hora de cola para dorsales y empecé a montar la bici a las 7:50 casi sin tiempo. Total, que empiezo a ponerme la ropa y veo que me he dejado la chaqueta de primavera y el chaleco tendidos en casa puesto que Eva los usó el sábado en la salida de BTT. Así que opto por ponerme la chaqueta de windtex del club pero no me acordaba que tenía la cremallera rota, así que poco a poco se iba abriendo por abajo. Menos mal que no se abría del todo, sino me muero del frio. Además, cuando estaba ya en la salida, me doy cuenta de que me he dejado las cámaras y las herramientas en el coche así que, en un acto de desesperación y rabia, tuve que abandonar la salida para ir a por ellas.

Ya con los nervios calmados, se da la salida, en la que nos llevaron neutralizados hasta la Panadella, así que no perdí al grupo de cabeza en ningún momento. Rodamos plácidamente hasta la primera subida, el Alto de Rubió, donde llegamos a base a una media de 37 kms/h.

En la primera rampa, e igual que hace un año, al poner el 24 me saltaba la cadena y lo tuve que subir todo con el 21. Allí, un hombre con una Opera al ponerse en pie delante mío, se le partió la biela de carbono arrancándola de cuajo y cayéndose al suelo (abandono).

Al coronar Rubió, pillo una grupeta de cinco que me lleva hasta la segunda y dura subida, con rampas que llegan al 18%. En ese tramo me quedo clavado con el 21 y, al llegar al avituallamiento, veo que con las prisas de la salida no había apretado bien la rueda y estaba un poco descentrada. En ese punto, el grupo no para y me deja solo. En ese grupo iba un abuelete "pesao" que no paraba de dar ordenes y, al llegar arriba, va y dice "venga que el grupo no para", y el resto va y le sigue (que cabroooooonnnnn......).


Empiezo el descenso totalmente solo y al llegar a pie del segundo puerto (11 kms) me pilla un grupo de unos cuarenta ciclistas, el grupo de las "Carbon Wheels". Vaya grupeta de millonarios: Cervélo, Pinarello, Trek Madone... El primero que me pasa fue uno del Sant Andreu, que visto en la clasificación era el hijo del incombustible Andrés Tigero. Cojo el grupo y pienso "o aguanto o pasaré un calvario al final". Así que agarro el toro por los cuernos y subo con ellos a un ritmo ágil y alegre hasta coronar. A media subida, Tigero Jr. incrementa el ritmo y se va solo. Menos mal que nadie arrancó detrás de él, porque sino la escabechina hubiese sido monumental.

Al coronar este puerto, se cogen ya carreteras generales llenas de repechos, llanos y bajadas, todo amenizado con viento de cara, que sólo dio de culo en los últimos nueve kms. Estábamos a 60 de meta!!!

Nada más empezar esta última parte, el grupo ya estaba formado por unos cincuenta ciclistas, incluido el "pesao" del primer grupo, un pavo que no se calla ni bajo el agua. El tío no paró en ningún avituallamiento y al final cogió una pájara y se quedó cuando faltaban cinco para meta, jeje.

Durante estos últimos sesenta kms. no di ni un relevo pues iba un poco tocado, pero sabiendo sufrir se llega a todas partes. En ese momento ya habíamos pillado al hijo de Tigero, inconfundible con sus casi dos metros de altura. Hubo un momento que a lo lejos me pareció ver a su padre rodando solo pero cuando lo pillamos ni me di cuenta de ello. Según la clasificación, entro el antepenúltimo.

Al final el último, un repechón en el que me dediqué a aguantar al grupo y llegar a meta con el objetivo marcado: bajar de seis horas.

Luego ducha, me metí en el vestuario del árbitro con ducha para mí solito, un poco de pantumata con embutidos y coche hasta casa para llegar a las 15:30 y ver los últimos 50 kms. de la París-Roubaix. ¡¡¡Un día perfecto!!!

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