Crónica de Emilio Cebrián
Domingo 7 de junio de 2009. Hoy es el gran día. El Club organiza una salida que nos ocuparía toda la jornada.
Eran las 8:00 de la mañana. Preparados 18 socios más una acompañante, Pili, la mujer de Jordi Martínez. Además, Juan Alarcón nos acompañará con su mujer, Carmen, hasta coronar el Collformic.
A las 8:05, al ver que ya no venía nadie más, nos hicimos la foto de grupo.
Línea de arriba de izquierda a derecha: Emilio, Climent, Jordi Santín, Rafael Mas, Xavier Vilanova, Joaquín, Carlos Tortosa, Rubén, Juan Alarcón, Esther, Pili y Jordi Martínez.
Línea de abajo de izquierda a derecha: Javier Berdún, Antonio Nuño, Pepe, José Luis, Francisco, José, Juan Fitó.
Una vez hecha la foto, partimos todos... Conforme vamos saliendo de BCN se van uniendo a nosotros más socios. Ya éramos 22 cuando llegamos a la carretera de La Roca. Allí el grupo se dividió en dos y, en el lateral de la autopista dirección a Sant Celoni, se dividió en tres. En la población de La Roca se quedaron Rafa y Pepe ya que debían volver pronto a casa.
La ruta se estaba haciendo a una marcha tranquila, al menos nosotros no pasábamos de los 25 km/h., ya que todos sabíamos lo que teníamos por delante: un puerto importante como es el Collformic. Para poder tomarlo en condiciones se acordó que en la población de Sant Esteve de Palautordera se haría una pequeña parada de reagrupamiento y avituallamiento. Al llegar a la altura de Cardedeu nos pasa un coche pitándonos y saludando. Era nuestro compañero Juan Alarcón, que fue a buscar a su mujer Mari Carmen e iban a reunirse con el otro coche.
Jordi, Pili, Juan y Mari Carmen nos prepararon una mesa completita: plátanos, bebidas isotónicas, agua, rebanadas de pan de payés con embutidos, frutos secos, etc... Realmente estuvo muy bien. Gracias a ellos pudimos recuperar un poco de fuerzas y afrontar el reto de la montaña. En la población de Sant Esteve de Palautordera se quedaron dos unidades más: Jesús Nuño y José Gracia.
Una vez descansados y comidos, pusimos rumbo al Collformic. El grupo se estiró y cada uno subió como pudo. Yo me quedé con Esther. Los dos juntos hicimos todo el camino de subida a un ritmo contínuo y tranquilo. Cuando estamos llegando al cruce para ir al Montseny, nos cruzamos con el socio Luis Baez que bajaba y se iba para casa. Una unidad menos y ya son cinco. El paisaje era precioso, se oía el agua por todas partes.
Mientras íbamos subiendo, el cielo se iba tapando más y más. La temperatura iba en descenso y, cuando algún rayo de sol se asomaba entre las nubes, se agradecía mucho. Cuando faltaban unos dos kilómetros para llegar arriba, nos cruzamos con Jordi Santín que se iba a casa.
Al final coronamos el Collformic. Allí nos encontramos con parte del grupo ya que los demás, por tener frío, decidieron esperarnos abajo en Seva. Arriba los coches de avituallamiento nos habían vuelto a montar la mesa para comer y beber algo y recuperar un poco de fuerzas. La sorpresa fue que había venido otro coche más de apoyo: eran los socios Pilar y Eduard Lluch.
Nos pusimos unas hojas de periódico en el pecho, nos despedimos de uno de los coches, el de Juan y Mari Carmen, ya que tenían que volver a casa. Eran dos unidades menos pero, al unirse a nosotros los señores Lluch, la cosa quedaba igual.
La bajada se hizo técnica ya que con el frío uno temblaba y claro, el control de la bici no era tan bueno. Pasamos El Brull y seguimos bajando a una buena marcha hasta llegar a Seva, donde estaba el grupo. En Seva faltaba otra unidad más, Marc Cabezos, que no se esperó y se fue a casa en tren. Nos contamos todos y somos 18 unidades los que al final iríamos a comer. Jordi Martínez llamó al restaurante para confirmarles que seriamos 18 definitivamente y que llegaríamos sobre las 14:30 h.
Una vez avisado el restaurante fuimos todos juntos dirección a Tona y, desde allí, a subir el otro puerto, La Pollosa. Los primeros dos kilómetros qué duros que se hacen. Luego, después del cruce en dirección a Collsuspina, es una subida de unos 4 ó 5 kms más suaves, pero al grupo B se nos hicieron duros por la cantidad de kilómetros acumulados en las piernas.
Coronamos la Pollosa y todo bajada hasta llegar al Restaurante El Toll. Llegamos antes de la hora prevista: sobre las 14:15. Una vez allí, todo el mundo móvil en mano llamando a casa para decirles que habíamos llegado bien. Dejamos las bicis debajo de un árbol a la sombra y la mesa que teníamos reservada está en la ventana, así que podíamos vigilar las máquinas la mar de bien.
Nos trajeron la carta y al momento nos tomaron nota. He de decir que los platos eran abundantes y la comida estaba muy buena. Estoy muy contento porque cuando Esther, Joaquín y yo reservamos el restaurante el pasado día 1 no sabíamos cómo irían las cosas. Pero he de decir que acertamos de pleno y los socios están satisfechos, aparte de que la comida estaba buenísima, el servicio fue muy bueno, el local también está muy bien y nos pusimos hasta las botas. El precio no estuvo nada mal: 22 euros por cabeza.
Cuando pagamos, nos reunimos todos en el parking del restaurante para ponernos más periódicos en el pecho, llenar bidones, etc. Eran las 16:55 de la tarde.
Acordamos hacer dos grupos, el A y el B. Así que salimos todos juntos y, a los pocos kilómetros, ya había quedado claro quien iba en cada grupo. La temperatura bajó bastante y el cielo se tapó. La cosa pintaba mal y, para colmo, el aire en contra soplaba con ganas.
La bajada de Sant Feliu a Caldes se hizo muy rápida, pero vigilando las ráfagas de viento. Una vez en Caldes, reagrupamiento del grupo B. Fuimos a buen ritmo hasta llegar a Palau, donde decidimos meternos por los polígonos industriales para evitar tener algún susto, ya que todos los domingueros volvían como locos a BCN.
Por los polígonos el aire casi desaparece y no había coches. Nos pudimos relajar un poco hasta llegar a La Llagosta, punto en que decidimos ir a buscar el río para así evitar la entrada de la Meridiana y esos locos domingueros.
Al pasar por los terrenos de los antiguos cuarteles que había en el Paseo de Santa Coloma esquina Torres i Bages, vemos en el semáforo al socio Bernardo y señora. Los saludamos. Eran las 18:40 de la tarde más o menos.
Así que nos dio tiempo de sobras para poder ir a votar y, una vez ejercido el derecho democrático, Esther y yo nos fuimos a tomar una cervecita bien fresquita, que nos lo habíamos ganado.
Más fotos de la jornada en el Blog de Esther y Emilio.
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