Crónica de Emilio Cebrián
La salida de ayer fue fría, fría, fría de cojones, llegamos todos congeladitos, tiesos.
Salimos de BCN con una temperatura de 16º y con viento de cara, la sensación térmica fría de narices.
A la llegada a Sabadell la temperatura había bajado a 14º y con viento de cara. Cuando pasamos por Matadepera, Jordi Martínez dice que se queda allí porque no puede, está muerto. Juan Alarcón se queda con él, pero finalmente deciden subir les Estenalles hasta donde puedan y se darán la vuelta y asi hicieron.
El resto seguimos. Conforme íbamos acercandonos a la ascensión de les Estenalles, el día se estaba tapando más y más. Más frío y con viento de cara para no variar.
Conforme vamos subiendo los pronósticos se hacen realidad. A media subida había niebla cerrada. No se veía a más de 50 metros y arriba la temperatura era de 8º con viento de cara. El descenso era mortal de necesidad: suelo húmedo y con un frío terrible. Las manos no me apretaban el freno, las tenía tiesas. Íbamos todos a paso tortuga, los caracoles nos subían por los radios, porque dejarse caer era imposible ya que si querías apretar los frenos los dedos no respondian.
A la llegada al bar fue todo un alivio: todos almorzamos dentro ya que se estaba muy bien y calentitos. Al poco tiempo llego Carlos Garrido que estaba esperando en la esquina de Felipe II con Meridiana y, al ver que no venia nadie de la salida de las 8 horas, marchó y llegó también congeladito.
A la vuelta seguía haciendo mucho frío, pero la suerte hizo que la niebla subiera y secó el suelo y el descenso se hizo mucho mejor. Al menos no hacía tanto frío y teníamos visibilidad...
A llegar abajo el día se despejó y salió el sol. ¡Que bien! Al menos nos podemos calentar un poco. De todas formas cuando llegué a casa sobre la una no me sobraba nada de la ropa que me puse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario