El recorrido era inédito y nos llevó a ascender las dificultades más famosas de la sierra de Collserola. Ya de salida fuimos a buscar la Arrabassada por un atajo con unos porcentajes interesantes para ir calentando. Por lo que nos comentó Pere, se ve que meten a los novatillos con el camión de bomberos por esa calle para putear un poco...
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Reagrupamos y bajamos hasta Vallvidrera para ascender la Creu d'Olorda por la vertiente de Barcelona. La jornada era óptima para la práctica deportiva ya que eran poco más de las 9:30 horas y el día estaba despejado pero la temperatura no excedía demasiado de los 20 grados. Había que abrocharse el maillot en las bajadas. No fuimos los únicos en disfrutar del día ya que nos cruzamos con un montón de ciclistas que ya pedaleaban a estas horas.
Aquí en la Creu nos quedamos el mismo grupito, siendo el señor Garrido el que dio una exhibición en los últimos metros de ascensión demarrando con el plato grande (de 52 dientes, nada de compacts) y dejándonos atrás al resto.

Como siempre almuerzo muy animado en el casino de Castellbisbal hablando de lo divino y de lo humano y alegrándonos la vista con unas mozas que se iban de boda y estaban tomando un cafelito (o un copazo, ves a saber) antes de ir a la ceremonia. Por cierto, Òscar y Pepe pidieron unos callos que no fueron homologados... y es que ¡¡el listón de Llavaneres está muy alto!!
Para volver bajamos de nuevo hasta Rubí y continuamos por Sant Cugat y Cerdanyola para entrar a Barcelona por el Forat del Vent. Esta última dificultad la subimos a un ritmillo asequible aunque los excesos del día pasaron factura al amigo Marc y quedó descolgado del grupo. ¡Hay que entrenar más!
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Aquí unas fotos más gentileza de Òscar...
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