Crónica de Emilio Cebrián
El domingo a las 7:50 de la mañana estamos en el punto de salida un nutrido número de socios. El tema de conversación es el cambio en la ruta de salida por motivos ajenos al Club. Se trata de un triatlón que corta toda la N-II durante 10 horas y el acceso a poblaciones como Argentona y Dosrius, destino final de la excursión del día.
Los compañeros que querían hacer la variante (la clásica de los 4 puertos) no la podían completar y todos a la vuelta no podíamos hacer el Coll del Parpers. Así pues acordamos ir a Canyamars.
La salida por la carretera de La Roca era tranquila, hasta que llegamos al cruce con Montmeló, en el que vemos a un chaval andando con su mountainbike por una curva que no tiene visibilidad.
El socio Jesús Nuño le pregunta si tiene algún problema. El chaval responde que se le ha roto la cadena. Cuando paso a su altura me fijo bien y veo que la cadena se le ha salido pero, cuál es mi sorpresa, que al acercarme veo que es un chico con una ligera discapacidad... a lo que me pregunto cómo una persona así puede ir solo por la carretera de La Roca. Me bajé de la bici y le ayudé a ponerle la cadena.
Al muchacho le habían dejado la mountanbike y los que iban con él le dejaron tirado a su suerte. Joaquín se volvió a ver qué ocurría y se esperó a que acabase de solucionar el problema de la bici. El resto del grupo prosiguió marcha. La mountanbike daba pena: el freno torcido, los cambios no iban... en definitiva, un desastre.
Al cabo de un rato pude ponerle el molinillo y el 23. Le comenté que esa era la única marcha que no le saltaría, aunque iría muy lento y ágil, pero al menos llegaría a Montornès, que estaba muy cerca. El chaval me agradeció un montón la ayuda prestada.
Le pregunté si tenia móvil para llamar a alguien. Me dijo que no lo llevaba, que se lo dejó en casa. En fin, una situación desalentadora. Una vez solucionado todo, se montó en la bici y prosiguió su marcha.
Me lavé las manos con tierra para quitarme la grasa y Joaquín y yo nos pusimos en marcha. Alcanzamos al muchacho y le dije que cuando llegase al pueblo buscase alguna cabina telefónica o un bar para llamar y que viniesen a buscarle. En el momento de despedirnos vemos que bajan dos ciclistas con buenas bicis y, al llegar a la altura del chico, dan media vuelta hacia él. Eran los acompañantes... sinceramente, no sé cómo pudieron dejar solo a ese chico con una bici que no se aguantaba derecha y siendo una persona con deficiencia.
Proseguimos la marcha. Antes de llegar a Vilanova del Vallès encontramos a Francisco que hizo una parada técnica para esperarnos. Juntos fuimos rodando hasta dar caza al grupo en La Roca del Vallès.
Una vez dentro de La Roca, en el semáforo antes de subir la cuesta, el socio José Gracia nos dice que si seguimos recto iremos más llano y saldremos a Sta. Agnès de Malanyanes. Por probar que no quede... manda narices por donde nos metió, JAJAJAJA
Fue un rato entretenido y con unas risas en el grupo que no veas. Al menos nos lo pasamos bien. Efectivamente salimos a Sta. Agnès y, una vez allí, nos incorporamos otra vez a la carretera de La Roca. Fuimos todo el grupo a un buen ritmo hasta llegar a la subida del Collet. Allí el grupo se estiró, cada uno cogió su ritmo y, arriba en la cantera, reagrupamiento. Una vez llegados todos, nos pusimos en marcha a Dosrius. A la entrada ya había vallas cortando el paso y desviando a todos los coches hacia Canyamars.
Cuando cogimos la carretera hacia Canyamars... ¡¡vaya pasada de asfalto!! Subíamos todos que volábamos o es que teníamos hambre, jajajajaja. Cuando llegamos al bar ya estaban allí los de la variante. Juntamos las mesas y no veas qué chulo, cuánto socio junto, éramos 19... ¡no está nada mal!
Almorzamos y volvemos por el mismo sitio: Collet y carretera de La Roca. La vuelta fue más movidita: los conductores de los coches iban muy nerviosos por el corte de la N-II. Cuando cruzamos Martorelles y llegando a una de las canteras, en una curva nos pasa un tamagotchi de esos que no tienen carnet a un dedo de las bicis y encima pitando. Nos cagamos en toda su familia y en la gasolinera siguiente el tío entra. Cuando lo vimos, Jesús, José, yo y unos cuantos más fuimos a por él.
Era un garrulo de pocas luces, un chaval de unos veinte y algo. La discusión subía. La gente que lavaba los coches venía también. La tangana se presentaba importante. Yo cogí el móvil y fui a llamar a los Mossos. Maldito móvil que en ese punto no me da cobertura, así que entré en la gasolinera en la que hay un paquistaní de dependiente que se lavó las manos: tampoco me dejó llamar a la poli desde el fijo.
El "pocas luces" nos dice que tiene algo que ver con el Badabici. La descojonada de risa fue importante cuando dice que él también es ciclista. Al final llegamos a Montcada. Entramos por el paseo de al lado del río a beber agua de la fuente. ¡¡Qué fresquita y buena salía!!
Una vez llegados a BCN, a tomar la cerveza de rigor que indica que todos estamos bien.
Más fotos en el blog de Esther y Emilio.
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