Este sábado 25 de abril teníamos una nueva cita en Manresa para participar en el brevet de 300 kilómetros, 308 exactamente. La aventura comenzó a última hora de la tarde del viernes en la casa rural Can Fainé de Sant Vicenç de Castellet donde nos alojaríamos para no tener que pegarnos un ultra-madrugón, ya que la salida del recorrido era a las 6 de la mañana.
Los convocados éramos Xavi Òdena, Lluís y Raúl del Montjuïc (o tal vez deberíamos decir del AC 77, visto lo visto) y Carles Garrido y Rubén del Provençalenc. Después de una buena cena a base de pasta, escudella y carne a la brasa y preparar las cosas para el día siguiente, nos fuimos a descansar.
A las 4:45 sonó el despertador. Desayuno rápido, nos vestimos y nos vamos en coche hasta el local social de la PC Bonavista. Como casi siempre llegamos con el tiempo justo. Recogemos el carnet de ruta, preparamos las bicis y, mientras nos estamos poniendo las zapatillas, vemos como el gran grupo parte con puntualidad militar a las 5:59.
Como todavía queda gente en los coches y conocemos el camino, no nos ponemos nerviosos y partimos un par de minutos más tarde. Cruzamos Manresa y nos pegamos un calentón por la carretera de Sant Joan de Vilatorrada y, antes de llegar a Rajadell, ya hemos cogido al grupo delantero formado por más de 50 unidades.
Seguimos por ese sube-baja al lado de la C25 a un ritmo rapidillo pero asequible. Sobre las seis y media podemos apagar las luces ya que los primeros rayos de sol iluminan el horizonte. La temperatura es fresca pero ya se veía que no íbamos a pasar mucho frío, como así fue.
Seguimos subiendo hasta llegar a Calaf y aquí la cosa se calma y seguimos a un ritmo constante y muy guapo a 35-40 por hora por Sant Ramon, Concabella, Agramunt y Montgai. A la entrada de Balaguer, un momento de duda y el grupo se divide en dos: unos pasamos por el centro de la población, tal y como ponía en la hoja de ruta, y otros dando un pequeño rodeo por el sur de la ciudad.
Después de rodar unos metros en paralelo al río Segre, con muy buen caudal, salimos de Balaguer por un repecho de un par de kilómetros y, sin tiempo de respirar, tres o cuatro unidades imponen un ritmo infernal yendo a 45-50 por hora durante unos cuantos kilómetros. Hay que apretar el culo porque queda poco para el primer control y perder el grupo no es un buen plan. A sufrir veinte kilómetros y listos.
Con la lengua fuera y 32 km/h de media, llegamos a Alfarràs, kilómetro 132 del recorrido. Nos metemos en el Bar Can Macho (jejeje) y llenamos el depósito con bocatas y abundante bebida. Sellamos el carnet y continuamos la ruta.
Durante unos metros pedaleamos por carreteras aragonesas, con un asfalto deplorable por cierto, y seguimos hacia Almacelles. LoGarri sufre un pinchazo en su rueda delantera que es rápidamente solventado y, a relevos y entre tierras de cultivo, árboles frutales y tractores, pasamos por Almacelles, Suchs y Gimenells a buena velocidad.
Desde aquí, llega una nueva dificultad ya que hay unos cuantos kilómetros de carretera en obras y aquello parece la París-Roubaix. Nos estiramos un poco y rodamos con cuidado de los agujeros y la tierra suelta. Menos mal que los días anteriores no ha llovido porque sino hubiese sido bastante penoso circular por esa "carretera". Pasamos el circuito de velocidad y llegamos a Alcarràs, donde sellamos en la gasolinera de entrada al pueblo.
Allí hay gente refrescándose y en cinco minutos montamos un grupo de unos quince y nos vamos hacia Lleida. Hasta aquí, kilómetro 177 de ruta, nos las prometíamos muy felices, con las piernas poco menos que perfectas, pero pronto nos damos cuenta de lo que nos espera hasta el final.
Un fuerte viento en contra se presenta desde la circunvalación de la capital de la comarca del Segrià y nos acompaña por la pestosísima N-II antigua, que discurre paralela a la autovía A2. Con más pena que gloria llegamos hasta Tàrrega, kilómetro 230, después de pasar por Mollerussa, Bellpuig y Vilagrassa.
Aquí decidimos parar a comer y recuperar fuerzas, que falta nos hace. Pillamos un menú a base ensalada, arroz con sepia, fricandó, helado... que nos sentó bastante bien, como se puede ver en la foto.
Continuamos con nuestro amigo el viento por Cervera y volvemos a carreteras más secundarias por Les Ologes y Sant Ramon. Desde aquí seguimos el itinerario de la ida por Calaf y Sant Pere Sallavinera, bordeando la C25.
La única diferencia es que nos desviamos para entrar a Manresa por Fonollosa y Sant Joan de Vilatorrada. Y finalmente, después de 308 kilómetros, llegamos al punto de salida pasadas las siete de la tarde sin más novedad.
Los más contentos, sin duda, son Carles y Raúl quienes entraron por primera vez en la "dimensión 300". Después de unas fotos recuerdo, nos cambiamos y vamos al ya mítico Bar Montbau donde reponemos fuerzas y hacemos tertulia con Gonçal Fernández que también está cenando.
Y aquí acaban las brevets por este año. En 2010 es año BPB y seguro que tendremos representación provençal en esta prueba de 600 kilómetros.
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