Crónica de Emilio Cebrián
El pasado domingo 19 de abril a las 8:05 salimos once socios del Club. Cogemos calle Aragón hasta entrar en la Diagonal. Todo va perfecto hasta que en la salida de Barcelona, a la altura del cuartel del Bruc, Pedro Llorca pincha la rueda delantera. Ale, todos al césped a cambiar la rueda.
Una vez lista proseguimos la marcha. Pasando por Esplugues, Cornellà, Sant Boi... para algunos los semáforos no existen, así que cuando llegamos a las Costas éramos un grupo de seis, con el resto desaparecidos por delante nuestro.
Sobre las Costas, la carretera está muy bien asfaltada, pero siguen habiendo energúmenos que te pasan a un dedo de la bici. Esther ha dicho ya adiós a esta carretera y yo también. Cada vez que tengamos que ir hacia Sitges o Sant Pere o no vamos o iremos por el interior. No estoy dispuesto a ver otra vez a Esther con la tensión que tenía sobre la bici.
Mientras íbamos acercándonos a Sitges fuimos adelantados por el grupo de la variante formado por seis integrantes que venían por la autovía de Castelldefels. Nos reagrupamos en la gasolinera de Sitges y cuando vimos que ya estábamos todos, partimos a Sant Pere de Ribes.
Una vez llegados a Sant Pere fuimos al bar señalado. Nos encontramos al socio Jordi Martínez que vino en la moto. Por cierto, el bar Quo Vadis, ¡madre mía qué cutre y qué lentos son!
Cuando el camarero vino y nos iba pidiendo los cafés todavía faltaba por entregar el bocadillo de Asun, quien nos dijo que ya había estado en este bar y que son muy lentos y no entendía porque volviamos... Y los WC de pena. Me parece que lo tacharemos de la lista para siguientes temporadas.
A la vuelta seis valientes decidimos ir por el Ordal: Esther, Joaquín Mallenco, Francisco Zorrilla, Antonio Nuño, Javier Berdún y yo. El resto se fue por las Costas. Salir de Sant Pere ya tiene tela, todo subida y con rampas del 9%. Al llegar al cruce de carreteras cogimos dirección Olivella. La carretera seguía picando hacia arriba. Pasamos el cruce de Olivella y vamos siguiendo la carretera dirección BCN, hasta que por fin coronamos.
Ahora bajada hasta pillar la nacional. Al llegar a la N-340... ¡¡dios que nubes vienen!! Cada vez se tapa mas y la temperatura se hace más fresquita. Conforme vamos subiendo el Ordal se formaron tres grupos: el primero era el de Zorrilla y Berdún, el segundo eramos Esther y yo, y el tercero era de Antonio Nuño y Joaquín Mallenco.
Esther iba sufriendo mucho. Las piernas le dolían un montón y no decir que después de lo pasado por las costas iba engarrotada, le dolía la espalda... Un suplicio para ella, pero le puso ovarios y subió hasta coronar el Ordal. Allí paramos unos segundos para reagruparnos los seis. Al momento también llegó un numeroso grupo del Sant Feliu que también paró para reagruparse.
La bajada fue a tumba abierta, menos Esther y yo que la hicimos más tranquilos. Una vez pasado el Lledoner a Esther le empieza a hacer ruido la bici. Se temía lo peor: rotura de un radio, pero no. Era el cuentakilómetros que se le movió por un bache y le pegaba en los radios. Solucionado el tema proseguimos la bajada. Por fin abajo, allí estaban todos los demás.
Cuando vamos hacia la cementera nos encontramos la carretera cortada y nos obligan a meternos en la autovía. ¡Qué mal rollo! Menos mal que teníamos otra salida a un kilómetro más o menos.
La subida de Sant Feliu se hizo bien, pero sufriendo. Una vez arriba, a beber agua de la fuente. ¡Que fresquita salía!
Cuando entramos a BCN las nubes eran más negras. ¡Qué yuyu! A la altura del Club de Polo empiezan a caer gotas, pero de allí no pasó. Llegamos por fin a casa y fuimos al bar a celebrar los 113 kilómetros que hicimos de etapa.
Más crónica de la matinal y fotos en el blog de Òscar.
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