Crónica de Emilio Cebrián
Eran las 7:30 de la mañana del sábado 27 y nos encontramos los socios Rafael Mas, Joaquín Mallenco, Francisco Zorrilla, Esther y yo.
Francisco nos acompañó hasta Badalona ya que tenía que ir a trabajar. Los cuatro que quedamos seguimos adelante hasta llegar a la N-II en Montgat. Allí comentamos a ver dónde vamos y decidimos ir a Argentona que sería donde almorzaríamos un poco.
Durante todo el camino teníamos el sol de cara pero, por suerte para nosotros, no había mucha circulación. Eso sí, con una humedad y calor que no veas.
Al llegar a la altura de la riera de Mataró, allí soplaba el aire. Era molesto porque lo teníamos de cara pero se hacía agradable porque la sensación de calor desaparecía. Al llegar a Argentona giramos la rotonda a la derecha a meternos en el pueblo. Allí hay un badén y, nada más pasarlo, está el bar con toldo. ¡¡Se estaba muy bien a la sombra!!
Nos pedimos los bocatas que eran grandes, con chicha y bien de precio. El único problema es que no abre los domingos. Una vez tomados los cafés fuimos para casa por el mismo recorrido. La vuelta se hizo a buen ritmo y con el aire en contra. La circulación estaba de salida de BCN. La entrada no era muy densa, más bien fluida. Llegamos a Montgat muy pronto. Por suerte para nosotros el sol todavía no pegaba de lo suyo.
Entramos en Badalona. Hasta ahí todo perfecto, pero al llegar a un paso de peatones que encima estaba en rojo para ellos, un peatón se nos cruza sin mirar. Le pego un grito para que reaccionara. De todas formas me obligó a frenar más de la cuenta ya que me lo comía. En esas que noto en mi pierna izquierda por la parte de debajo un manillar de una bici que me aprieta. Luego una mano encima de mi espalda y me dije... ¡¡mierda!! Por detrás oigo "joder, mierda, mierda..." así que me aferré al manillar y aguante el equilibrio todo lo que supe. Joaquín, que fue el que se echó encima mío, iba rezando. La suerte fue que mantuve la sangre fría y aguanté el equilibrio y entonces él pudo enderezar la bici y apartarse. Al final ninguno de los dos nos fuimos al suelo y el peatón a su bola. La madre que lo parió. Si en vez de ser una bici somos un coche le ponemos en una farola.
Vaya estreno le hubiera hecho a mi New Pepino... Esther cuando vio la situación ya nos vio a los dos en el suelo.
Después de este susto, el regreso se hizo sin ninguna novedad. A las 11:20 ya estábamos en el bar para tomarnos la cerveza de rigor.
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