Nuestro buen amigo Javi Serrano nos envía esta crónica de su debut en el mundillo del triatlón, nada menos que en el de Valle de Buelna, en Cantabria, sobre distancias de 1,9 kms de natación, 90 kms de bici y 21,1 kms de carrera a pie.
MI PRIMER TRIATLÓN ¡CHISPAS!
Tras llevar todo el año pensando en este momento, por fin había llegado: el momento en que haría mi primer triatlón. Tras un año de altibajos, entrenamientos anárquicos y algún examen de por medio, haber realizado dos medias maratones y una marcha descafeinada, llega el día en el que, además de dos deportes conocidos, me tengo que embutir en un neopreno para nadar en las frías aguas del Cantábrico. Y encima, para colmo, en lugar de hacer un triatlón cortito, me embarco en la aventura de un 1/2 ironman. Sólo me faltó haber debutado en un ironman.
La verdad es que, aunque la recogida de dorsales y el ambiente es muy parecido a las marchas cicloturistas, luego te das cuenta de que también es diferente, pues tienes que estar más pendiente del material: que si lleva a la primera transición la bici y sus accesorios, que si lleva las zapatillas a la segunda... Y como todo era nuevo para mí, pues no hacía más que preguntar.
Total, que me salto estos trámites y cuento la experiencia en sí del triatlón.
A las dos y media estaba prevista la salida, con lo que me tenía que adaptar a ese nuevo horario, por lo que tras desayunar un poco (sólo un poco) más ligero que de costumbre, a las doce menos cuarto me zampo dos platos de espaguetis, con un ligero chorro de aceite, algo de especias y taquitos de pavo. Tras coger el autobús que nos transportaba desde Corrales de Buelna hasta Comillas, llegamos a la playa.
El mar, que por la mañana estaba tranquilo, ya estaba picado. Lo que me faltaba. La primera vez que nado en el mar y encima picado. Tras discutir con un amigo sobre quien saldrá el último del agua de los dos, llega la hora de la verdad. Allí estábamos trescientos zumbados, esperando el pitido de salida.
Sale la mayoría de la gente escopetada para zambullirse en el agua. Yo me lo tomo con calma y, para evitar los golpes típicos, me echo agua por el cuello, por las axilas... es broma,je,je. Bueno, salgo de los últimos, pues es una guerra que de momento no me interesa. Aún así, me meto en el pelotón. Y ocurre lo que me temía: que me empiezo a agobiar. Me intento tranquilizar y para no parar me pongo a nadar a braza (voy casi más rápido) y llego a la primera boya ¡nadando a braza! Giro a la izquierda y a por la siguiente boya, y como nado, pues a braza también. Ya en la siguiente boya, se me va el agobio y empiezo a nadar de verdad, y empiezo a disfrutar un poco, pero sólo un poco, porque me siguen merodeando temores varios: qué cojones hago yo aquí, si lo mío es la bici; que si voy a hacer el ridículo porque saldré el último. Total que hago la primera vuelta y salimos del mar para volver a meternos en él.
Ahora ya sí que ya está la selección hecha, con lo que por qué me voy a agobiar. Eso sí llegar de nuevo a la boya fue una odisea, porque el mar estaba cada vez más picado y cuando sacaba la cabeza del agua daba cada hostia las olas... Total que no solo no iba el último, sino que encima me permitía el lujo de pasar a alguno que otro.
Así por fin salgo del agua (estoy esperando la clasificación para ver los tiempos) y voy a por la bici, eso sí, no sin antes correr por la playa durante 300-400 mts (lo tendrán que descontar de la carrera, je,je). Me quito el neopreno y me pongo el casco y las zapatillas, no sin antes ponerme unos calcetines y ver como estaba la venda del dedo gordo: perfecto pues había puesto doble esparadrapo para quitar un poco que estaba con arena. Meto todos los utensilios en la bolsa y me pongo el dorsal con una goma de fabricación casera, al que le puse una especie de cartucheras, donde me metí dos barritas energéticas y un gel. Tras comerme el plátano que había dejado me pongo en marcha con la bici.
A ver que tal se me da rodar 90 kms casi a tope. Salgo con plato pequeño porque de salida hay una fuerte rampa, y veo como empiezo a superar gente con una facilidad pasmosa. Tanto es así que me vengo arriba ¡grave error! Me subí el primer puerto del día a 25-26 kms/h agarrado a los acoples que puse en el manillar. ¡Que momentos! Venga a pasar gente, diez, veinte, treinta, cuarenta, yo que sé, muchos. Cuando llevaba una hora y tras superar otro puerto, miro la media: 35.8 kms/h "¡Dónde vas so bestia! Así no llego con fuerzas a la carrera a pie", me digo.
Total, que aflojo un poco, y sigo pasando gente, hasta que sobre el km 60 me entra una pequeña crisis en una zona muy pestosa, llena de toboganes y pequeñas subidas y bajadas. Ya no sólo no paso gente, sino que además me empieza a pasar alguno (pocos, eso sí) Se me encienden las alarmas, pero sigo regulando. Afronto el último puerto, que tiene rampas de hasta el 10% volviendo a pasar a gente, y tras la bajada llego a la segunda transición, no si antes ver que el primero me saca casi ocho kilómetros de ventaja.
Me cogen la bici y me dirijo a por las zapatillas. Como tenía los pies destrozados de la media de hace quince días, tenía un bote de vaselina y calcetines limpios para esta transición. Me siento en el suelo y veo como la gente a la que había pasado se quita el casco y se pone las zapatillas a la carrera... en cambio, yo me siento en el suelo dejo colocaditas mis Shimano, mi casco, me quito los calcetines, me embadurno los dedos de vaselina y me vuelvo a poner calcetines limpios, me pongo las zapatillas (solo me faltó pintarme la uñas) y una gorra, porque hacía un sol de justicia, tras amenazar tormenta en el agua, y a correr, después de dar la vuelta al dorsal.
Total que empiezo a correr como con la bici, escopetado. Los dos primeros kms a 4 minutos el kilómetro. A ese ritmo no llego ni al diez, con lo que aflojo y voy a 4:30 aproximadamente cada kilómetro, hasta completar los 7 primeros kilómetros con 31 minutos justos. Como me encontraba bien, veía que podía hacer la carrera en 1:32-1:33, aunque me había fijado después de hacer 1:25 hace quince días, hacerla en 1:35. Total que llego a la pista de atletismo después de 11 kms con buen ritmo, y lo que es mejor, con buenas sensaciones.
Pero todo cambió, tras cruzar la primera vez meta, porque la organización nos había preparado un circuito de 2 kms al que había que dar 5 vueltas. La primera vale, pero luego fue un calvario. Ya no sabía en que vuelta estaba, y el ritmo decrecía. Eso sí, para mi consuelo, veía a gente que iba peor que yo. Así, vuelta tras vuelta iba completando la media maratón hasta que por fin llego a la última curva y la entrada en la pista, donde tras ver que me daba alcance uno, saco fuerzas para esprintar, aunque el jodío tuvo más fuerzas que yo y me superó. Lástima, porque el quedó el 69, je,je.
Tras caminar unos metros y recuperarme, me voy directo a por comida en forma de melón y galletas de turrón. Estiro un poco en la hierba y tras recuperarme y darme la pertinente ducha, voy a ver la clasificación donde me veo en el puesto 70 y un tiempo de 5 horas y 4 minutos. Me hubiera gustado bajar de las cinco horas, pero ya tendré tiempo. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario